Selecciono las semillas e intento distribuirlas para que mantengan la distancia y su crecimiento sea mejor.
Tapo las semillas con turba comprada para mejorar la germinación.
Coloco bolas anti caracoles y babosas para evitar que se coman los brotes tiernos recién salidos.

Por ello al acercarme y ver como han germinado estas tomatera no puedo evitar sentir algo de rabia.
Al hacer la conserva de tomate en un cubo se tira pieles, trozo de tomates estropeados y las semillas que quedan en el colador antes de meter el jugo en los botes.
El resto de estos cubos se tiran debajo del limonero donde las gallinas acuden a comer, se comen las pieles, escarbar y prácticamente no queda nada ya que pájaros y hormigas también acuden.
El sol reseca lo que queda y allí permanece desde hace dos meses. Las temperaturas que disfrutamos y las últimas lluvias han hecho que germinen.
No prosperará ya que con la bajada de temperaturas morirán.
Me acerco y lo miro, me acerco más y veo lo sano y rápido que están creciendo, intento no enfadarse y aprender por que su germinación y crecimiento es mejor que en el semillero.
Esta claro que en este lugar cayeron cientos de semillas y que las gallinas con sus patas enterraron muchas de ellas.
Toda una lección de que la naturaleza por si sola sigue su ritmo, aunque esta vez esté equivocada y piense que estamos en primavera.