
A veces hay que buscar mucho, otras veces las cosas vienen solas. En verano hice un agujero para preparar el lugar donde quería plantar un árbol. No tenia claro que árbol poner, desde un almendro, un melocotonero o un ciruelo.
Durante el invierno no tuve tiempo de ir a un vivero a comprar uno y casi cuando ya había dejado la idea pasar hasta el próximo año me llegó un árbol en forma de regalo.

Mi compañero de trabajo Miguel compró varios arboles y un ciruelo por equivocación. Entonces decidió regalármelo para que formase parte de mi huerto.
En mi huerto los arboles forman parte y se sitúan alrededor del huerto,
Algunos de ellos llevan décadas con nosotros, otros desde siempre y muchos han sustituido a otros arboles que cumplieron su vida o enfermaron y murieron.

Cuando alguien te regala un árbol te regala un recuerdo vivo de él, cada vez que estas cercas de ese árbol te acuerdas de esa persona.
Por ello me acuerdo de mi tío Pepet que me regaló un esquejes de higuera blanca de su higuera centenaria, también me acuerdo del nogal que vinieron a traerlo unos amigos de mi hermana hace 30 años.
También recuerdo como he plantado mucho de los arboles que tengo y de los viveros donde los he comprado, incluso de los consejos que me dieron al comprarlos.
Cada árbol tiene su historia y forma parte del huerto de Tatay.