La semana pasada decidí hacer un riego para revitalizar el suelo seco y duro. ¡Fue asombroso observar cómo el agua transformó la tierra! Pero, como suele suceder, también trajo consigo la proliferación de hierbas no deseadas. Es hora de poner manos a la obra y escardar la tierra. Esta tarea tiene beneficios esenciales para el crecimiento de las plantas.
Al escardar, estamos aflojando la tierra, permitiendo que el aire y el agua circulen más libremente en el suelo. Esto, a su vez, beneficia a las raíces de las plantas al mejorar la absorción de nutrientes.
Da gusto ver crecer los ajos, un cultivo con muy pocos cuidados que sigue su ritmo en este primer mes y medio de vida.